Alberto Híjar
El Papa respondió a Loret de Mola
mientras volaban sobre Groenlandia, con la descalificación contundente del
marxismo por estar fuera de la realidad. Esto es una prueba más del autismo
producido por el boato, el encierro apenas roto por recepciones y ceremonias
para el aplauso incondicional, todo rodeado por servidores expertos con la
responsabilidad principal de dar sentido católico a cuanto ocurre. Si la
realidad implica lo contrario o lo diverso, peor para la realidad. Si ésta
incluye escándalos como la pederastia, el Vaticano abre sus arcas y reparte
sobornos para silenciar a quienes prefieren la dignidad y exigen castigo civil
a los culpables. Basta con ignorar esto y asunto arreglado y sustituido por
pitos y flautas ensordecedores. Así las cosas, resulta imposible que el anciano
Ratzinger, de por sí inquisidor de tiempo atrás, pueda ejercer la crítica para
advertir que las cosas no son como la Iglesia Católica ordena, sino que hay
señales de otras vías para explicar y transformar la ignominia mundial, esa
bendecida en Guanajuato en recepción especial con funcionarios y empresarios
multimillonarios.
Lo cierto es que la realidad exige al
marxismo no solo interpretación sino transformación, como concluye Marx en las
breves y claras Tesis sobre Feuerbach. Cuando Sartre hablaba en los 60 de
filosofías de época y atribuía al marxismo el sentido intelectual del siglo XX,
no imaginó que el siglo XXI diera lugar a la globalización capitalista y a su
repudio ideológico. No es que los indignados
y okupas lean El Capital, sino que asumen más que la filosofía de época, la
ideología de época, esto es, una crítica elemental e instintiva pero precisa a
las infamias del capitalismo globalizado.
Punto
principal es el internacionalismo de los indignados
con exigencias iguales para oponer a los Estados y a sus coordinadoras
operativas como el FMI y el BM y sus regionales, la exigencia de solidaridad y
justicia entre quienes se proclaman el 99% contra el 1% de depredadores. La
escalada imperial es así destacada como gran desorden mundial para los pobres y
como orden de saqueo para los grandes consorcios, los financieros, los
banqueros y sus operadores políticos cada día más despóticos. La acumulación
capitalista por despojo como la llama Harvey, alcanza dimensión mundial y aquel
imperialismo descrito por Lenin como dictadura del capital financiero, culmina
ahora en un Imperio como proyecto actuante de gobierno mundial.
El
poder militar y el Estado policiaco contra la vida civil peligrosa para los
magnates por su posible politización, mantiene en guerra a territorios ricos en
petróleo y otros energéticos, biodiversidad y agua. Mientras el gobierno yanqui
declara todo su apoyo al de Israel armado como nadie más, amenaza a Irak por
emplear la energía nuclear y ya asesinó a Hussein y su familia sin encontrar
huella alguna de armas de destrucción masiva. “La guerra está en la paz
aparente”, explica Marx y hay que ir a sus raíces profundas de desigualdad
económico-política, tal como plantean los indignados y advierten quienes
procuran recuperar líneas de acción solidarias al encuentro de lo común, esa
esperanza anticapitalista concreta desarrollada por Negri y Hardt, pero también
viva en las movilizaciones de los indignados del mundo.
El
Che y sus propuestas teórico-prácticas contra la ley del valor, están al día.
Mientras no se de la desconexión con la cadena de dinero y mercancía, nada
cambiará. Proyectos comunitarios acosados por los Estados para impedir su
crecimiento, están en marcha en las empresas autogestivas coordinadas en
Argentina, en los Caracoles zapatistas, en las cooperativas del País Vasco. La
convivencia de fraternidad opuesta a la competitividad reiterada por la
educación y la cultura de los consorcios, da lugar a la democracia
participativa, esa que en Cherán o en los mejores momentos de la APPO, elige
directamente a sus representantes, discute en asambleas y aplica la revocación
de mandato. La emulación como ejemplo y reconocimiento de los mejores es
práctica comunitaria opuesta a la publicidad, las encuestas y el vedetísmo
impulsado por la industria del espectáculo. Encuestas amañadas, reuniones de
aplaudidores sobornados, complicidades entre partidos corruptos e institutos
electorales costosísimos, son los fundamentos de los gobiernos dóciles a la
globalización capitalista. La potencialidad proletaria organizadora ya no solo
de los obreros y campesinos, sino de las legiones en crecimiento de migrantes y
desplazados, de los desempleados en aumento diario, de los milusos sin
seguridad de nada, de los empleados sin contrato colectivo y por tanto sin
garantía de salud, jubilación o vacaciones, son los puntos que en su agonía
promueve el gobierno de México como nueva ley laboral. Antimarxista radical y
represiva, esta reforma tiene respuesta en el marxismo y su propuesta
teórico-práctica del trabajo emancipador. Que esta ideología de época esté en
las calles y las plazas con los indignados, es una señal de que somos millones
quienes no comulgamos ni con ruedas de molino ni con hostias depositadas en copas
de oro y diamantes.