Alberto Híjar Serrano
Por
estos días finales de mayo de 2012, Althusser se hace presente en Michoacán. El
coloquio lleva el título de una novela inédita de Oralba Castillo-Nájera quien
al lado del principal activista althusseriano hizo un bastión de marxismo
crítico en la Escuela de Filosofía Nicolaíta hasta que fueron expulsados no sin
tomar el lugar de los hechos con todo y guardias en la azotea. El peligro valió
la pena, Oralba sobrevivió a una aflojada de birlos de su VW y al fin Fernanda
Navarro quedó ganona y peleada con la filósofa contestataria que se graduó en
la UNAM con una tesis sobre Simone de Beauvoir, por supuesto. Dice la leyenda
que Althusser comunicó a su conocida Fernanda que Televisa lo invitaba al
coloquio organizado por Octavio Paz y le pedía su opinión sobre el
aprovechamiento del dudoso honor de la invitación para descansar entre amigos.
Fernanda respondió con un sí entusiasmado y la oferta de una casa en la rivera
de Patzcuaro para albergar al venerado maestro. No hubo respuesta porque en
esos días de 1980, Althusser ahorcó a su esposa en la recámara matrimonial.
Años después, Fernanda escribió un libro sobre la filosofía de Althusser y
luego brilló como zapatista incondicional. Ahora es organizadora principal del
coloquio de Morelia.
Maritere Espinosa va con la tesis
del Taller de Construcción del Socialismo sobre la otra historia. Hace bien
porque una es la historia de las ideas reducida a los textos de los profesores
e investigadores y otra es la debatida en los movimientos políticos y sociales.
A la larga, se trata de hacer una sola historia enriquecida y fortalecida más
allá del límite reconocido por Raúl Fornet Betancourt (2001) cuando historia el
marxismo en Latinoamérica sin ir más allá de lo que consta en los documentos
universitarios. Incluye al Che y Mariátegui, pero deja fuera a Abimael Guzmán,
José Revueltas, Mario Payeras doctorado en Leipzig para ocuparse después en la
fundación del Ejercito Guerrillero de los Pobres en las selvas del Petén. Otra
historia tendría que incorporar las reflexiones de los armados.
Fuga hacia arriba es la frase de
Julio Santucho acentuada por Oswaldo Bayer en el prólogo de Los últimos guevaristas. La fundación
del ERP-PRT no puede explicarse sin la enorme capacidad organizadora de Roberto
Mario Santucho y sus camaradas para hacer prácticos los planteamientos críticos
de la editorial Pasado y Presente donde Oscar del Barco, Francisco Aricó,
Schmucler, Portantiero, Kiczkowsky construyeron la superación positiva del
stalinismo. Del Barco precisa en su “respuesta a Rozitchner” de 2006, su
crítica al “intelectualismo de Lenin, Althusser, Colleti, Paramio y Reverte” y
las relaciones con el ERP-PRT y el peronismo más radical hasta el punto de
asumir la responsabilidad por lo ocurrido en la guerrilla de Salta de 1962-63
con Ricardo Masseti al frente por designación del Che. Ejecuciones y desastre
final son responsabilidad de todos los militantes y colaboradores, afirma del
Barco para escándalo de quienes prefieren la distancia crítica. He aquí la
filosofía como arma de la revolución.
Del Barco se exilió en México y en
el cuarto centenario de la Universidad Autónoma de Puebla en 1978, dirigió la
Colección Filosófica como parte del Programa de Reforma Universitaria orientado
por las determinaciones resultantes del 68. César Gálvez iba y venia a Puebla
hasta lograr su contratación como docente luego de su ingreso al PCM porque así
tenía que ser para emular a Althusser con la crítica desde dentro. Un accidente
en su automóvil le quitó la vida mientras en la Facultad de Filosofía de la
UNAM Cesáreo Morales y yo procuramos la crítica althusseriana que al menos en
mi caso, me ganó la antipatía de los marxistas académicos, algunos de ellos
comprometidos con la construcción de un Estado fuerte como decía Carlos
Pereyra, el brillante profesor muerto muy joven, a fin de impulsar la
democracia con un partido de izquierda que empezó siendo el PSUM luego de la
extinción del PCM y acabó siendo el PRD. Antes, en los 70, un grupo de jóvenes
se puso a resolver lo que la UNAM ya nunca hizo: estar al día. La colección de
Cuadernos del Archivo puso al alcance de todos las traducciones del francés, sobretodo
de la revista La Pensée, gracias a la bilingüe celeridad de César y Miguelito
Rodríguez, ahora profesor de La Sorbona. Antes y después de que César llegara
volando en su bicicleta por el declive del estacionamiento, los demás como
Eugenio Palomo que también estudiaba cine en el CUEC, Rocío Duque hoy de free
lance en New York, Miguel García, figura principal del equipo multideportivo “Las
Apariencias” que siempre perdía pese al 1.90 de estatura de su capitán que se
nos murió cuando apoyaba al EZLN con la organización de las redes electrónicas,
Alberto Vargas, Armando Castellanos y Ana María Martínez escindidos con su
línea Brecht hasta poner en escena La
campana de bronce, descubríamos la vitalidad colectiva para que algunos
nunca más cayéramos en los pantanos del individualismo. De fuera de la facultad,
Ana Cecilia Lazcano aportó la historia del arte, Morris Savariego el diseño
gráfico y el teatro, Andrés de Luna el cine y el erotismo, Adriana Contreras la
fotografía testimonial y el argentino Atilio Tuis y la gringa Rini Templeton
aportaron su sabiduría visual a la par de Felipe Leal a la sazón estudiante de
arquitectura. Por ahí topábamos con Rafael Guillén, mejor conocido como
Cachumbambé. Me visitaban en el Curso Vivo de Arte localizado en el Museo
Universitario para entregarme el texto que deberíamos discutir 2 o 3 días
después. Los profesores rutinarios nos odiaban por estar al día y porque yo era
profesor adjunto de Adolfo Sánchez Vázquez por gestión del Comité de Huelga de
1968.
En enero de 1974 murió Siqueiros y
declaró en entrevista postrera la necesidad de continuar la difusión de sus
tesis para lo cual me nombraba. En febrero, la policía dio con una casa de
seguridad de las Fuerzas de Liberación Nacional en Monterrey, capturó a la
pareja responsable de la casa que guió al ejercito hasta la Casa Grande de
Nepantla donde masacró a cinco militantes y encontró registros de mi existencia
y del rancho El Diamante en Chiapas donde acorraló a la avanzada guerrillera
hasta su exterminio mientras procedía a secuestrarme en un centro de tortura
clandestina de donde fui trasladado con los compañeros de Monterrey a los
separos de la Procuraduría General y luego a la cárcel de Lecumberri de donde
salí bajo fianza gracias a una asombrosa y rápida denuncia y movilización por
mi libertad. Althusser estaba en esto, como estuvo en la fundación del Taller
de Arte e Ideología después de la represión descrita y de la negativa de la
dirección de la Facultad de Filosofía para que me hiciera cargo de un seminario
sobre ideología que había iniciado Luis Villoro. Leer El Capital, el título-consigna del comunista francés, fue
cumplido como primera tarea del TAI
consolidado con la reflexión del Capítulo I. En el Autogobierno de
Arquitectura llegamos hasta la publicación de Ideología y aparatos ideológicos de Estado ilustrada por un
estudiante que resultó agente de Gobernación según me confesó para disculpar el
supuesto asalto en el que desapareció el cuaderno althusseriano.
Rafael Guillén muy influido por
Cesáreo Morales, orientó sus reflexiones hacia la crítica al sistema educativo
en México. En 1977, la huelga por la sindicalización universitaria dio lugar a un
intento de seminario con Cesáreo y yo al frente. La primera reunión en el salón
106, el más grande de la Facultad, fue un éxito pero hasta ahí llego el proyecto
cuando alerté sobre la ignorancia enciclopédica de los estudiantes y los
profesores sobre la historia de México. Guillén tomó nota, escribió una
conferencia que no publicó Cuadernos del Archivo de Filosofía pero incorporó a
su tesis profesional construida con la ironía como recurso inusual para la
solemnidad académica. Un humor crítico había crecido en los althusserianos para
disgusto de los académicos y felicidad de Alcira Soust, la poeta uruguaya que
repartía sus obras en los pasillos donde proclamaba su regocijo por el
florecimiento de los rosales dedicados a nuestros queridos muertos: Cortázar,
Revueltas, Sartre, Simone.
Había que invitar a Guillén a las FLN y
como ya me iba con los sandinistas medio peleado con la dirección clandestina
por su incapacidad autocrítica, alguien más habló con él y alcanzó a
comunicarme la incorporación entusiasmada en el pasillo frente a la
Coordinación de Posgrado del Autogobierno de Arquitectura. Contrario a la
solemnidad, Guillén eligió el seudónimo de Zacarías cargado del doble sentido
popular propio del albur mexicano. Al paso de su práctica revolucionaria y su
reeducación en las comunidades de Chiapas, creció como Marcos hasta ser
subcomandante del EZLN famoso por su discurso crítico y festivo a la vez.
Todo esto es el otro
althusserianismo cargado de buen humor, un toque de arrogancia, ánimo festivo y
profunda aplicación de La filosofía como
arma de la revolución, para que fuera mucho más que un título izquierdista
de la famosa entrevista al maestro francés. Ya nunca pude comentar con los
compañeros del TAI originario, la bienvenida a la crisis de vida del marxismo
destacada por Althusser como respuesta a su entrevistador Álvaro Tirado Mejía
sobre “El marxismo desbloqueado” publicada en la revista Alternativa de 1970 que un combatiente sandinista colombiano me dio
en la casa que compartíamos en el camino a Masaya donde había vivido un
propagandista de Somoza. De esta práctica de la filosofía otra es que Maritere
hablará en Morelia sin esperar mucha atención porque rige la broma muy seria de
Guillén al voltear la frase de Fidel en el vigésimo aniversario del asalto al
Moncada cuando afirmó: ”ayer éramos un puñado de hombres, hoy somos un pueblo
etc”. Guillén dixit: “ayer éramos un pueblo entero, hoy somos un puñado de
hombres”. Gran verdad.